Para Katherinne González, humorista e imitadora de Pelando el Ojo, el humor es su gran válvula de escape, un superpoder y una herramienta mágica que le permite desde muy joven lidiar con emociones complejas como la tristeza, la ira e, incluso, el dolor que suele provocar la muerte.
Actualmente, González está viviendo justo eso; su padre falleció hace varias semanas y atraviesa la pena mientras hace reír a los costarricenses. ¿Cómo logra transitar de una emoción a otra?... Esa pregunta se la hicimos en una íntima conversación que la comediante tuvo con La Nación, en la que abre su corazón y su alma sin reservas.
Hoy día, Katherinne se pregunta: “‘¿Cómo reinterpreto mi vida sin mi papá?’“, y no es para menos, porque su figura paterna fue clave en su vida y jugó un papel fundamental en su desarrollo como ser humano y profesional.
En el pasado también se enfrentó a situaciones similares: perdió a un amigo en su juventud y también a su abuela, y, en todos los casos, aprendió que su forma de atravesar tan duros procesos es siendo ella misma, lo que implica usar el humor como apoyo.
Quizá por eso Katherinne, quien es arquitecta de profesión -aunque no ejerce-, declara a la comedia como el pilar que la sostiene.
A continuación, un resumen de todo lo que compartió, incluido un pequeño repaso de sus inicios en el mundo del entretenimiento:
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-¿Cómo descubrió su talento para imitar voces y qué papel jugaron sus padres en ese proceso?
Yo, desde muy pequeña, a pesar de que mi papá era superestricto, tuve esa tendencia a hacer reír, a payasear como dicen aquí, a disfrazarme y hacer chiste de todo. Mi mamá era una que me daba mucha cuerda con eso.
“Me acuerdo que cuando estaba en la escuela, yo escuchaba canciones de Shakira o veía Cómplices y yo trataba de imitar las voces. Sentía que era algo muy natural, porque yo nunca pensé que era un talento que uno tenía, sino como algo que era capaz todo el mundo”.
-¿Cómo fue ese primer momento en que tuvo una explosión de viralidad en redes sociales y cómo le cambió la vida?
Hice un video imitando voces y lo subí a Facebook. Yo no era una mujer de redes sociales para nada. Alguien me inspiró a subir el video, entonces dije: “Bueno, lo subo”, y cerré todo. Al día siguiente fue una locura. Tenía un montón de llamadas, mensajes de medios de comunicación... y yo decía: ‘¿Qué es esto? No lo puedo creer. ¡Qué miedo!’.
“Esa misma semana me llegó un mensaje de Norval (Calvo, director de Pelando el Ojo), preguntándome si quería ser parte de su elenco. Llegué a esa reunión con muchísimo miedo, pero él no me pidió que hiciera voces, ni me hizo un casting presencial. Solo me dijo: ‘La quiero en mi equipo’”.

¿Cómo reaccionó su papá cuando decidió dejar la arquitectura para dedicarse al humor?
- Mi papá sí tenía cierta resistencia a ese cambio, porque él estaba muy orgulloso de mí por ser arquitecta. Gracias a Dios logré terminar la carrera y todo, porque ese era su mayor miedo: que dejara los estudios botados por perseguir esta nueva oportunidad. Y claro, al inicio todo esto lo ilusiona a uno.
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- ¿Y en algún momento ejerció su carrera?
No. Me gradué, pero nunca llegué a ejercer. Fui a unas entrevistas de trabajo, me habían aceptado y todo, pero yo decía: ‘¿Qué voy a hacer yo ahí?’, simplemente sentí que no era mi camino.
“Confié en mi intuición y decidí irme por el lado de la radio, la televisión… y ya con el tiempo llegaron las redes sociales. Pero hoy, viendo para atrás, digo: ‘La verdad es que tomé una buena decisión, porque quizás ahora no estaría tan feliz con mi trabajo’”.

-¿Qué papel ha tenido el humor en su vida, especialmente en los momentos en los que no se siente tan alegre?
El humor para mí ha sido totalmente válvula de escape. Yo, desde hace muchos años, creo que desde pequeña siempre he tenido ansiedad, siempre he tendido a eso, a sentirme triste, tal vez no ante la gente, pero sí en mí misma.
“Son cosillas que uno lleva y lleva con los años, y que un día se vuelven más grandes, insostenibles. Pero el humor ha sido para mí demasiado importante, por todo eso que te digo, esa ansiedad que tal vez no he podido controlar. Por el humor es que logro canalizarla".
-¿Cómo ha sido lidiar con el duelo de perder a un ser querido mientras trabaja en un entorno como el de ‘Pelando el Ojo’, donde las risas son las protagonistas?
Ahorita que estoy viviendo un duelo, ha sido muy difícil esa desconexión. Siento que con otros temas lograba manejarlo mejor. Pero los primeros días yo dije: “No voy a ir al programa”. Pasó un mes y aún no me sentía lista. Pensaba: “Es que no puedo… no tengo la capacidad de ir a reírme, de hacer humor, sabiendo que por dentro estoy supermal”.
“Por dicha, estos últimos días he logrado encontrar cierto balance. He podido compartir, alegrarme un poco, darme ese espacio para mí, para no olvidarme de mí misma. Porque no quiero caer en ese vacío enorme y quedarme encerrada. Más bien, quiero ver en el humor una posibilidad real de salir adelante, incluso en medio de un duelo tan fuerte como el que estoy viviendo ahora".

-Usted ha participado en círculos de duelo, ¿cómo le han ayudado a transitar esta etapa tan dolorosa?
Ahí encontré muchísimo acompañamiento. Sentí que estaba en un lugar seguro. La ‘doula’ trata de guiarnos en ese proceso, en ese camino del duelo, que es casi como un laberinto. Porque cada quien lo vive diferente y las etapas llegan en desorden, sin aviso.
“También entendí que no todos los duelos son los que uno se imagina. Hay duelos por personas que aún están vivas, como cuando alguien cercano se va, o incluso por la pérdida de una amistad, por un divorcio… hay de todo".
-¿Qué papel jugó su papá en la humorista que es hoy?, porque entiendo que tenían un carácter muy diferente...
Muy diferente y a la vez muy parecido. Creo que tenía una máscara de papá muy serio y disciplinado, porque para él era muy importante que yo tuviera una profesión y que lograra mis sueños. Desde que era chiquita, se propuso guiarme para que lograra esas cosas que él también soñaba para mí.
“Aunque al principio mostró resistencia, recuerdo que, desde que le detectaron la enfermedad que tenía, mi papá cambió totalmente”.
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-¿Hubo algún momento especial con su papá en el que sintió que, a pesar de su resistencia inicial, compartían el mismo amor por el humor?
Cuando le tuvieron que poner morfina y decía, ‘Ay, no, Katherinne, yo ahora tengo un personaje que es un mafufillo’. Incluso, cuando yo lo escuchaba cantar; a él le gustaba hacer imitaciones de voz.
“Entonces yo decía: ‘Mira, tanto que puso resistencia, pero quizás él también tiene todo eso. Yo le vi toda una personalidad como de: ‘ya me liberé’. Entonces creo que le debo muchísimo a él. Mi profesión como arquitecta y el haber logrado hace poquito comprar una casa, él fue el que me impulsó más, el que estaba ahí detrás... muchas cosas. Todos los sueños que he cumplido, ahí hay una partecita de ese impulso y esa inspiración que me dio mi papá”.
-¿Qué significó para usted sentir el apoyo y orgullo de su papá cuando ya estaba consolidándose en los medios?
Sentir ese apoyo de mi papá fue tan importante. De verdad, cambió totalmente la dinámica en el programa. Porque muchas veces yo llegaba y pensaba: “Ay, seguro a mi papá no le gusta que esté aquí”. Y uno se imagina mil cosas.
“Pero a partir de ese momento, empecé a hablar más de él en el programa, a compartir cosas, incluso a imitarlo. Él moría de risa. Recuerdo una vez, cuando lo llevé al hospital porque empezó a sentirse mal ese día, las enfermeras me decían: “Ay, usted es la imitadora”. Y yo miraba a mi papá, tratando de ver qué hacía, y él me decía: “Sí, sí, dígales que sí”. Eso me quedó marcado en el corazón.
-¿Cómo le ha sostenido el arte y el humor en esta etapa tan difícil?
El arte y el humor a mí me ha salvado en muchos momentos. Primero me había pasado con un amigo que falleció, eso fue cuando entré al programa, luego con mi abuelita y ahora con mi papá. Y bueno, lo de mi papá es un dolor muy grande, de las cosas que más temía en la vida y yo digo: ‘Ya lo estoy viviendo’. A eso que tanto le temía, ya estoy aquí.
“Yo siempre le voy a agradecer a Norval, porque él sí me dio ese espacio, ese mes donde yo tuve que ordenar todas mis emociones. Al inicio se siente uno como dormido, como en shock y decir: ‘Bueno, ¿qué quiero de ahora en adelante?’, ‘¿Cómo reinterpreto mi vida sin mi papá?’, porque es totalmente diferente a la que ya estaba viviendo. Ahora toca empezar de nuevo, ver quién soy yo, qué es lo que quiero, todo".
-¿Qué le diría hoy a la Katherinne que estaba comenzando en el humor y también a la que enfrenta una pérdida tan profunda?
Uy, que siga adelante, que no le tenga miedo a echarse al agua, que no le importe lo que digan los demás. Que siempre mantenga esos sueños bien clavados, como esos clavos que uno pone en la pared, firmes y visibles.
“Y que no se le olvide, primero, de dónde viene y de dónde nació todo esto. Que no suelte a esa versión de sí misma, ni a todas las versiones que han ido pasando con el tiempo. Cada una de esas versiones puso un bloque importante en la construcción que es la Katherinne de hoy".
